domingo, 27 de junio de 2010

Mi Origen Humilde es la Motivación por
Luchar a Favor de los Pobres: Monreal

Por Francisco Javier Soria Hernández

De un origen humilde, con profundas dificultades tanto familiares como económicas para salir adelante, y con plena convicción para dedicarse a las actividades del campo, así es como se define David Monreal Ávila, candidato a la gubernatura de Zacatecas.
Hijo de Felipe Monreal y Catalina Ávila, nació el 27 de marzo de 1966, siendo el quinto de 14 hijos; David vio sus primeros pasos en la comunidad de Plateros, en el municipio de Fresnillo, donde sus principales actividades eran la de estudiar la escuela primaria, además de apoyar en las actividades familiares, relacionadas íntimamente con la vida del campo.
“En ese momento la situación familiar era muy agradable, teníamos muchas cosas que hacíamos en familia, como los días de campo, salir a jugar con los amigos, una que otra maldad de niño”, comentó para Página 24, David Monreal.
Para ese entonces, su vida se configuraba de forma normal, con un futuro similar a todos los vecinos de la comunidad de Plateros, con una figura paterna que lo motivaba a dedicarse a las labores agropecuarias, David no imaginaba que la familia Monreal se convertiría en uno de los principales referentes de la política en el estado.
Lamentablemente para él, a los nueve años ocurre un hecho que marcó su vida, producto del nacimiento del más chico de los Monreal, Saúl, y derivado de complicaciones en el parto, la madre del ahora candidato a gobernador murió, forzando a los Monreal Ávila a cambiar su ritmo de vida, sus actividades, sus pasatiempos, y su forma de valorar la vida.
“Este hecho fue fundamental para nosotros, porque los tres hermanos mayores, en el momento en que mamá muere, deciden irse de la casa, Cándido que es el mayor, se fue a Ciudad Juárez, a estudiar agronomía; Leticia y Ricardo se fueron a la ciudad de Zacatecas, a estudiar también”.
La decisión que los hermanos mayores de David tomaron, obligaron al petista a asumir la responsabilidad de atender las necesidades de sus hermanos, quienes a edades tan cortas se tuvieron que enfrentar a la vida sin la principal compañera, su mamá.
“Yo me acuerdo que tenía que asumir las responsabilidades de la escuela, porque no dejamos de estudiar, también tenía que coordinar las labores domésticas, barrer, trapear, lavar trastes y, en ocasiones, también nos hacíamos responsables de la comida, y además tenía que estar al pendiente de lo que hacían mis hermanos, cuidarlos y ver que les fuera bien en lo que hacían”.
Esta responsabilidad, que a la edad de nueve años le resultaba ajena, le valió para que sus hermanos en ocasiones vieran en David, al “ogro de la familia”, pero finalmente, sus hermanos reconocieron en él a un líder, cuya función fue impuesta y que, sin embargo, tuvo el coraje y modos para sacar adelante.

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